Partiré de mi tierra,
mi razón se perderá,
estos ojos y mi cuerpo
polvo han de volverse
a esto nada temo.
Pues se que de mi
algo no se perderá,
volará y con El estará,
este cuerpo ya no me servirá
por la fe seguiré viviendo.
El dueño la llamará
y a él sí llegará,
mi alimento será su presencia
y la fuerza de mi vida nueva,
su amor será mi delicia.
De cerca tendré las estrellas,
quemarme el sol no podrá
la luna podré abrazar,
desde ahí enviaré muchos besos
a mi tierra tristemente violentada.
Hoy no temo ni jamás temeré
la forma en que mi deceso llegue,
sabiendo que seguirá viviendo,
la incorrupta alma mía
con la bendición de Dios.
Por eso mi coterraneo
no te opongas a la fe
que la sabiduría habite en tu corazón
reteniendo en mente que nunca morirás
sabiendo que tu alma al cielo volará,
no importa que tu cuerpo no vuelva a caminar.
Jamás lloren mi partida,
mas bien preparen su viaje,
pues allá les esperaré,
no lloren, alégrense por mi viaje
que yo a gozarme voy
junto a seres muy queridos.
No teman, Dios es poderoso,
amoroso aunque tú seas hiel;
ama sin mirar a quien,
enseña que vienes de aquél
y a él simplemente volverás
nuevamente de regreso a casa.
Autor: Juan Antonio Monterroso Villatoro.
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