Cajolá de mis ensueños,
lugar que me dio la luz de la existencia,
por eso te recuerdo aunque pasen los años;
así me lo dicta la conciencia.
Pueblo enclavado en la cima
del cerro Calafuitz,
adornado de sus múltiples paisajes
en sus diversiones con los moros y su Ajitz
como de sus aldeas rodeado.
El día de la celebración
se ven mujeres vestidas de multicolor,
sus habitantes alegrando la procesión
y sus edificios adornados en su corredor.
Se admiran tus milpas y los trigales
que es toda su dedicación,
como sus ovejas en sus corrales
que lo hacen con toda dedicación.
Que puede decirse de su carbón,
producto apetecido en el mercado
que distribuyen en diferente población,
el que fabrican con todo cuidado.
Pueblecito de incomparable geografía
que alegra de noche y de día
a sus pobladores mantiene en armonía
y compartiendo juntos la alegría.
Con una mi hermana
nacimos en este suelo
fue tan bella esa mañana
porque en Cajolá vimos la luz con anhelo.
Cajolá muy querido
nunca te he podido servir,
no sé por qué Dios no me lo ha concedido,
de repente allí iré a morir.
Cajolá del recuerdo;
en ese lugar adormecido
hoy de ti se despide
un hijo de esa tierra agradecido.
Autor: José Nery Gramajo Sántos.
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