sábado, 11 de mayo de 2013

Calles de mi urbe.

Estrujantes
acogedoras
serpenteantes
son las lindas calles
de mi XELAJU amado
así, los besos llameantes
de la musa de estos versos
que me traen desvelado.

Por esos irregulares
y retorcidos andariveles
y al sanguíneo sistema
en estrecheces parecidos
inquietos torrentes transitan
en constantes movimientos
de sangre indígena y ladina
buscando superación y sustento.

Arterias que en bonanza
alientan esperanzas puras
a los hombres y mujeres
que buscan o van al trabajo
en fríos amaneceres
para poder llegar a tiempo
a iniciar sus quehaceres
o, agarrar un buen lugar
los informales mercaderes.

Son calles de medio día
a quienes les dan tiempo
para la ingesta del alimento
a madres, para lactar
o a su familia atender
aunque, otros por carecer
de fondos para comprar
en calles, la pasan sin comer.

Calles de todos los días
oferentes de muchas bondades
también, de supercherías
que atraen constante al iluso
 a comprar lo que no necesita
y, en restaurantes y cantinas
al derroche que los endita
cuando les alteran la cuentita.

Calles que al anochecer
solitarias y oscuritas
son, acogedoras y discretas
para las amantes parejitas
que amor eterno se juran
algunas, uniéndose perduran
y otras, al poco tiempo claudican.
¡Ah!, en todo caso suscitan
del turismo, atraer divisas.

Calles, calles, callecitas
en donde mi vida transita
y, siempre vivas, me replican
el recuerdo de mis cuitas
momentos inolvidables
que en sus recodos cobijan
de estudiantes que llegaron
de ilusiones llenas, sus valijas.

Ahora, ya realizados
y en buenos años entrados
solo queda en las alforjas
grata nostalgia evocadora
de esos años ya alejados
de juventud y de gloria
que por esas eternas calles
calles benditas...han pasado.


Autor:  Juan Antonio  Mejicanos Villagrán.  

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