Cómo tarde bella y soleada
parte presurosa al declinar el día
así un día se marchó mi amada
sin importarle lo mucho que sufría.
Mi gran tristeza y desesperación
no lograron a mi lado retenerla
tampoco recurrí a su compasión
porque eso significa poseerla.
La dejé partir con tanta ternura
las lágrimas opacaban mis ojos
gustaba de sus besos la dulzura.
Abismo inmenso a mis pies se abría
sellando sus hermosos labios rojos
inútil fue, confirmar mi hombría.
Autor: Julio Méndez Sim.
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