lunes, 4 de marzo de 2019

ALMA AMÉRICA LÓPEZ

No se que pienses de la poesía verdadera
aquella que engalana tu nombre desde niña,
tal vez, más selecta y divina que la mía
pero habrás de perdonarla cada día.

Es que eres lo más sensible de la vida,
la que te baña como un río cristalino,
donde, envidia, te oculta cada estrella
pero habrá de soportar tan nítida querella.

Ésta la corte del jardín de tus encantos
y traté de escribirla  con su cálido acento,
para dejarla en mi álbum que habrá de
conservarla
y habrá de hacerte un altar para siempre
amarla.

Las flores se deshojan a veces con el viento,
para tender sus pétalos ante el rictus de tus pies,
los pentagramas buscan en tu voz las melodías
para escribirte con amor sus bellas sinfonías.

Llevas en el alma los acordes de una lira
y en el corazón la sinopsis de un suspiro,
que al hacer contacto con lo ignoto
tiene el perfume mítico de un loto.

Tienes la incógnita del verso precavido
que aun está por nacer entre tus labios,
para que despliegue sus alas nacaradas
como libélulas por siempre enamoradas.

Tienes en tu forma de ser el nítido secreto
que los poetas no han podido definir,
mucho menos la prosa que lees cada día
y la conviertes en apoteótica homilía.

Se que continuarás tu caminar tan delicado
a la par de rosas e inmarcesibles azucenas,
yo, pues, me quedaré buscando otros versos
para dedicarlos a tus dones tan diversos.

Algún día te acordarás de mi osadía
o bien de estos momentos semi eternos,
donde solo quise decirte que eres singular,
no digamos para Quetzaltenango un bello
despertar.

Quisiera seguir enredándote en mis versos
pero no quiero ser presa de gran monotonía,
ahora, si me permites crear otros, solo pido
que los guardes en ti, y no, en el frío olvido.


Con todo respeto.

AUTOR: RODIMIRO GRAMAJO RODRÍGUEZ.

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