Nunca su rostro vi
más sus lindos ojos
quedaron en mi mente
y entonces comprendí
la ruta de mi vida.
Tenía quince años
cuando me interné
en la espesura de los bosques
al encuentro de un extraño
siempre solía llegar..
Sus manos frescas
su voz muy pausada
dejaba expirando mi ser
de su aliento que envolvía
cuando tenía frío o calor.
Pasaron los días
quizás los meses y los años
y un día le perdía para siempre
dicen que murió en la lid
y yo he muerto en vida por él.
Hoy digo a la sociedad
que solo debemos perder
más no la floresta familiar
más no el amor profundo
que tenemos para compartir.
AUTORA: MARÍA ISABEL CALDERÓN.
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