viernes, 18 de diciembre de 2020

A MIS NIETOS: PABLO ANDRES, SOFIA RAQUEL Y ANA RUTH GRAMAJO QUIROA.

 Todavía viajo cauteloso por el mundo
fertilizando mi poesía en semilleros de oropel,
unas rimas con la esencia de Sofía Raquel
y las otras con la luz que Dios me dio.

He caminado con melancolías en el alma,
nunca quise vivirlo, lo digo de una vez;
testigo mi adorable Pablo Andrés
que lleva toda la esencia de mi ser.

Traté de bordar toda mi experiencia grata,
desde que desperté a la bella juventud,
sin saber que me esperaba Ana Ruth
con un ramo de inocencia celestial.

Cada uno lleva la simiente más loable
y el germen Creador de mi gran genealogía;
con ello no puedo pedir otra herencia u homilía
si todo esta en sus risas y encantos infantiles.

Son testigos infinitos de la sombra aquella,
donde recosté mi vejez canosa y pensativa;
ahí donde en coplas degusté y fortalecí mi vida
recordando sus ocurrencias y sus risas sin igual.

Lo que escribo no es un poema, es algo parecido
a un auxilio que brota de mi quejumbroso pecho,
como quien dice, un suspiro con gélido derecho
de abrir mis ojos al mundo que aún me ama.

Dejaré este mundo que me regaló mi lúgubre estadía
con algún arrepentimiento que de mi alma aflora,
por eso dejo mi poesía en cada mano seductora
de mis nietos que habrán de ponerla en su lugar.

Pablo, Sofía y Ana Ruth serán mis ángeles sagrados
que habrán de encaminarme por la senda bella,
y por último me otorgarán la nívea estrella
para tenerla en mi quinqué de mi lúgubre rincón.

Trinarán las cuerdas de sus liras celestiales,
entre aleteos de aves pasajeras y sencillas,
que al volar rubricarán sus redondillas
entre mi mente que los adora y los venera.

Se enredaron ustedes  en mis luceros preferidos,
con sus niñerías y encantos de sobrada fantasía,
ahí estarán hasta que yo muera y vuelva un día
para agradecerles todo el amor que aquí, me dieron.

Verán que este abuelo que escribió estos inéditos
cuartetos
no es más que un penitente guardián de sus ocurrencias,
donde también jugaban imaginándose vivencias
que formaron con él un álbum con matices imborrables.

Esto es un fragmento de lo que la vida nos presenta,
más adelante verán cosas maravillosa y encantadas,
donde tal vez ya no esté presente en sus bellas alboradas,
pero eso si, mis oraciones para que sean profetas de Jesús.

CARIÑOSAMENTE:  RODIMIRO GRAMAJO RODRÍGUEZ.
 Quetzaltenango,18 de Diciembre 2020.


miércoles, 16 de diciembre de 2020

HASTA PRONTO ADORADA HIJA. EN EL DECESO DE MI HIJA PAOLA MARIANA GRAMAJO DE CABRERA..

Te vas en el límpido regazo,
llevándote mi alma y sentimientos;
casi dejando mi corazón inerte
por culpa de tu, no esperada muerte.

Redoblan las campanas del adiós
desde la catedral de mi lóbrega poesía,
la que te dediqué un día
y te sigo dedicando otra ve.

En mis versos alegres diluías
tu esencia de niña tan bonita,
hoy la dejas cabizbaja y sin sentido
pero con la rima viva en su latido.

Gracias porque en tu paso en esta vida
le pusiste el acento a mi nombre,
el que siempre me hizo hombre
y un ente que lúcido te honró.

Contigo no emprendo el mismo vuelo
porque tus hermanos no puedo marginar;
tengo en la vida mucho que arreglar
para llegar a donde hoy estás.

Paola Mariana:
no te apures si en tu sueño lloro,
son perlas que en mis ojos encontré,
no tuve que ir al fondo de tu mar
porque aquí las pude bautizar.

Con ellas hago tu bello corolario
donde está tu encanto tan risueño,
tus ocurrencias y tu sueño
y tu despertar de madre celestial.

Quien como tú que te volviste alondra
para surcar el bello firmamento,
mientras yo con leve intento 
solo te digo adiós, adiós.

Me quedan tus múltiples recuerdos
y tu figura que nunca olvidaré,
lo que es ya un alabastro que amaré
o broche que en mi solapa llevaré.

Es que te adentraste en tu familia
como zumo de nardos perfumados
o como luz de luceros bendecidos
que con tus ojos escogiste tú.

Luz que iluminará mis pasos,
y los de tus hermanos que te añoran;
como tu madre, esposo y heredero
no digamos tus suegros y amigos 
tan sinceros.

Vuela pues, amor de mis amores,
fragmento de mis entrañas tan humildes,
aquellas que te criaron con loores
y hoy se comprimen con estos sinsabores.

Ya no te detengo hija dorada,
se que tienes que dormir y descansar;
todo, porque mucho supiste amar;
esa que sea tu paga celestial.

Recibe mi última caricia,
porque desde hoy será diaria y cálida
oración,
fruto que te da mi corazón
para que lo compartas con tu Dios.

¡Salud, hija bendecida y adorada...!
Te vas por la sombra de mi amor
y caminando con la luz de un nuevo sol.

TU PADRE: RODIMIRO GRAMAJO RODRÍGUEZ.
Quetzaltenango, 10 de abril de 2011.