Esencia del comentario deportivo de abolengo
donde Quetzaltenango toma forma con hidalguía,
en honor a la juventud que sigue paso a paso
el devenir del deporte que nos llama cada día.
Es usted el verbo que engalana, educa y orifica
a la crónica deportiva que ya no se encuentra ahora;
es un libro de proverbios con experiencias especiales
que han de permanecer en nuestra noble historia.
Me deleito en la elocuencia que cada palabra suya lleva
y se eleva como cátedra a los corazones que la aprecian;
dialéctica soberana que ha de vibrar mucho en el futuro
donde están las prosas más selectas que también lo elogian.
He bregado en lo que usted predica con Salmos puros,
pero me he quedado en las riberas de su afluente,
donde usted hermana al deporte con lo excelso
para dejar cada lección más allá del lúcido horizonte.
Esa magia de experiencias puras que usted vierte sin recelo
siquiera se diseminaran hacia los cronistas que hoy nacen
para que su filosofía no muera en los márgenes del mundo,
sino,quede en los pergaminos de oro en que hoy florecen.
Será la Biblia deportiva convertida en términos sagrados
o la antorcha de luminosidad en anaqueles vírgenes,
para cuando queramos aprender su gran filosofía
haya una mano que nos de aliento en sus márgenes.
Entonces renacerá de nuevo la idiosincrasia del deporte
para situarse en los estadios del firme firmamento,
para cuando levantemos nuestros ojos hacia allá
oigamos su "Callejón Deportivo" con más entendimiento.
Usted habrá de perdonar que humildemente he escrito
lo que usted me inspira en mi aposento cuando aprendo:
Que, si no hay iconos que nos lleven hacia el puerto
nuestra barca fenecerá en las borrascas que estoy viendo.
Por eso grabo en mi memoria sin sosiego, su prédica sincera
para tenerla en mi agenda como ineludible profecía;
será mi confesionario en donde he de confesarlo todo,
como es: que me hace falta aprender mucho, mucho todavía.
Ese mucho es lo que usted lleva deportivamente en el alma,
eso que lo distingue en las entrañas de la "Ciudad Estrella",
como aun lleva su poesía Osmundo Arriola, el inolvidable
o el Santa María, su cúspide, hasta la constelación más bella.
Por eso me adelanto a ello con perceptible y único respeto,
tampoco quiero competir con otros halagos que reciba,
pero si el deporte me lo permite sin límites llegar a esta meta
he de pedirle al mundo que su crónica jamás prescriba.
Salud don "Cholico Rodríguez", el profeta de la palabra buena,
el Gran Señor de la crítica que regaña y que enamora sin ocaso,
los selectos llevan su nombre y su carisma como broche
para distinguirse como quetzaltecos en su triunfo y su fracaso.
Porque no habrá otro predicador que sienta ese germen
y lo haga llegar al átomo minúsculo de la ínclita existencia,
para formar el jardín florido de leyes y preceptos deportivos
que le hace falta a Quetzaltenango entre su inmarcesible ciencia.
RODIMIRO GRAMAJO RODRÍGUEZ.
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