jueves, 16 de julio de 2020

ANGEL DAVID CABRERA GRAMAJO

Para reconocer los valores de la vida
es necesario verterlo con palabras,
hacerlos llegar más allá de las estrellas
para que todo quede impregnado en ellas.

Vino al mundo como mensajero santo y puro
para recorrer los inciertos caminos de la vida,
para darnos aliento en cada lúgubre instante
y en las alegrías que adornan el consciente.

Es usted el ángulo en que podemos ser tan salvos
para conocer lo que verdaderamente es Dios,
asirnos a él por medio de sus manos tan morenas
o de su idea que tira anclas en playas tan serenas.

Sus pasos suenan con los de Nefi y otros guías
en la vereda de mi pensamiento que le atrae;
algo así como la Perla de Gran Precio que es su alma
la que nos educa y nos enseña el camino de la calma.

La distancia que a veces nos separa es el testimonio
que nos enseña el amor familiar que siempre ha existido,
el que florece entre oraciones y mandatos de sobrado aliento
que a veces no entendemos, pero son nuestro alimento.

Usted nos lleva en su sangre y lúcido intelecto;
sé que ora por nosotros en cada una de sus verídicas vigilias;
gracias por esas bendiciones que nos hacen falta tanto, tanto
como también al mundo que lo ama y lo tiene como un santo.

Después de su misión lo tenemos con nosotros nuevamente,
gracias por dejar nuestros apellidos en un Brasil lejano y bello
alguien los recordará a través de los años imperecederos
para que vivan en esa historia que todo lo guarda en sus linderos.

Es usted nuestro estandarte en cada paso de la vida,
es nuestro perfume religioso que satura nuestras sienes
para que sintamos el espíritu de Dios en cada huerto
y volvamos a vivir con Jesús, si es posible, en el desierto.

Esté siempre con nosotros por ser única lumbrera,
sea nuestro Norte hasta llegar al final ineludible;
así, nos enfrentaremos con valor al dueño de la vida
para poder agradecerle con amor la vida concedida.

Siga caminando y predicando las leyes que su iglesia le confía,
sin olvidar los genes de su Madre que lo sigue amando,
como también su progenitor que sin escatimar esfuerzo
lo han traído hasta aquí para ponerlo fuera de lo adverso.

Yo me iré algún día de esta tierra que aún confía
en mis restos buenos que me sostienen todavía;
estos versos queden como testigos de nuestro encuentro
y a la vez de todo lo vivido con sombras, luz y algún lamento.

Allá nos encontraremos para seguir platicando de la vida,
vendré a enredarme entre sus sueños profundos y serenos,
luego me iré, después de dejarle un beso en la frente
y un suspiro que en usted, siempre pueda estar presente.

Y volverá a despertar para encontrar la misma vida,
usted le pondrá varios colores como lo hace desde ahora;
cual arco iris con dos extremos, como siempre bellos
para recordarle a Dios, a su familia y que usted: Son ellos.

RODIMIRO GRAMAJO RODRÍGUEZ.

1 comentario:

  1. Gracias Abuelito, le agradezco mucho. Usted me ha mostrado muchas cosas buenas. Que el mundo nos es cruel. Que a pesar de caer muchas veces podemos levantarnos y ser mejores personas. Lo quiero abuelito y gracias por su ejemplo.

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