viernes, 13 de diciembre de 2019

AL LAGO DE ATITLÁN, (Sololá, Guatemala)

Desde el horizonte en que mi golondrina rima
a mi Santa María en que se siente comprimido
y no hace más que aruñar el cielo en luna llena
te saludo, oh Atitlán de eterna idiosincrasia.

Eres "slogan" de mariposas que en coro se deleitan
en tu espejo,
himno en sagrario que un día impresionó a mi Virgen
del Rosario,
quien como genial Señora se maquillara en tus matices
y después los derramara en mi Guatemala encantadora.

Que bellos son tus pueblecitos que te adornan
y te brindan la canción que en tus aguas se recrea;
son doce concejos que deliberan pensativos,
si eres apoteosis o metamorfosis de un arcano.

Siempre guardo un anhelo que distingo con tu nombre,
sólo se ve cuando el universo entero y sin distingos
se ilumina entre abierto entre tu bruma blanquecina
y se enjuta con tu Xocomil que conoce bien tu historia.

También mi Quetzaltenango en sus noches tan serenas
parece en honor a ti, un reguero de zafiros, esmeraldas
y topacios
con los cuales quiero con el alma bordarte la corona
en que sueñen tus costumbres en un nuevo amanecer.

La brisa que me envías llega hasta el oasis de mi estancia
para rubricar el espejismo que te dibuja en mi pensamiento;
te ves elegante y con brillo eterno en la solapa
y romántico en la serenata de vuestra luna enamorada.

He sabido que ella en ti se baña tan desnuda,
que sus líneas parecen nacaradas invitándote al pecado;
no sé, si de ello han nacido más estrellas
o se han multiplicado las brisas de tu estampa primorosa.

Puedes confiarme tus confidencias o secretos
y trataré que mi inspiración las conserve cual tesoro,
y cuando quieran emitir su luz hacia el prisma que te arrulla
serán luciérnagas encendidas que a tu sueño volverán.

Eres encantador como estribillo consentido,
eres algo que cuesta descifrar en la poesía;
que diera porque la magia que encierras en tus aguas
me llevaran en la barca a tu paraíso magistral.

Cuando sepa tu significado te prometo que en tu orilla
volveré a declamarte en la secuencia de tu vida
los acrósticos que de tu nombre emergen cristalinos
y se quedan incrustados en tus creencias soberanas.

Eres bello desde el bautizo que te hicieron,
aquel que aun te adorna con su gran filosofía;
encierras, tu lo entiendes, el holocausto de una raza
que en sahumerios sus códices a tu nombre dedicaron.

En ti mi Guatemala se resume esplendorosa y bella
y se transforma en estrado de tu aurífera existencia,
no olvidando el firmamento que contiene las fogatas
de tu señorío que todavía enciende sus cirios en su gloria.

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