Consulté los libros de mi alma,
para conseguir los versos bellos,
para conseguir los versos bellos,
para dejarte en mi página de letras
para que no salgas más de ahí.
Estés en ella inmarcesible y pura,
hacerte ahí el altar de todo ensueño,
y venerarte con perfumes y estrellas
recortadas de los jardines del amor.
Ante ti, cuesta ser poeta o creador
porque no puede haber nada inédito,
todo está en tu figura cristalina
para ejemplo de la poesía por nacer.
Dios te crió con inspiración sagrada,
utilizando matices de luz y acuarela,
con pinceles de nubes en el viento
que celoso se enreda en tus pestañas.
El mundo se siente complacido
al tenerte en las aromas del destino,
aprender de ti: que es la delicadeza
que todo lo convierte en esperanza.
Eres esencia de bondad beatificada,
o el secreto de todo pétalo educado,
que se inclina a la realidad que emana
vida, sentimiento y oración preciada.
Quien como tú que no eres utopía,
sino la verdad de la vida que nos besa,
nos hace ver que la Creación existe
sin darnos tiempo de dudar de ella.
Aquí es donde tu espíritu toma forma,
para trascender al Olimpo que te aclama,
ese es tu lugar sin que nadie lo prohíba
porque eres la simiente siempre increada.
Te dejo aquí entre letras y mis verbos,
porque es lo único que puedo dominar,
no como aquellos poetas conocidos
que te dieron desde antes sus preseas.
RODIMIRO GRAMAJO RODRÍGUEZ.